

Una mujer que nunca ha conocido el amor verdadero es como un saltamontes saltando de un lado a otro en el campo, buscando el mejor punto donde posarse. Ella va de uno a otro, inspeccionando, probando, sopesando sus opciones, pensand que el siguiente será mas jugoso o mas satisfactorio. El campo está lleno de potencial pero ninguno ha llegado a tocarle en el punto, algunos muy pequeños, otros muy simplones. Muy en el fondo, no se trata del campo sino del vacío que ninguno ha podido llenar. Al final, la vida es como el juego de las sillas musicales: mientras ella ocupada buscando la silla perfecta, alguien mas se sienta y la hace suya. Unos pierden y otros lo encuentran, tan simple como eso.
Vista preliminar de escena







