El trabajó toda su vida en una fábrica. Se levantaba a las 5am para tomar el primer turno. Comia su almuerzo cuando sonaba el silbato. Iba a su casa luego del pitazo final para descansar un poco. Algunas veces le daban algún cupón para que pudiera ir a relajarse a un spa, pero sólo para volver a ser una máquina de trabajar. Sin embargo, hay un límite. Debido a su poco tiempo libre, su vida era tan aburrida y tacaña que pudo ahorrar y comprar una hacienda. No una gran cosa, claro, pero le permitió alejarse de la ciudad y hacer algo por su espíritu. Y por su polla inquieta por supuesto. Después de todo, tiene que recuperar el tiempo perdido.